«El futuro del trabajo demandará pensamiento crítico y flexibilidad al cambio»

El futuro del trabajo. Lucía Crespo (Telefónica)

La pandemia ha provocado más de una crisis. Por un lado, la crisis sanitaria, por otro la crisis económica y, por supuesto, la crisis del mercado laboral. La Covid-19 no solo ha incidido en la destrucción de miles de empleos sino que ha incrementado la precariedad y ha generado una nebulosa de inestabilidad y amenaza. Además, y en sintonía con la rapidez de la automatización y la digitalización -también potenciadas por la pandemia-, se han acentuado las desigualdades y hasta incluso ha crecido la competencia de oportunidades a raíz de las máquinas y los robots. Aún así, no todo está perdido: el futuro del trabajo implica repensar los modelos de talento y valorar a los profesionales que sean capaces de resolver problemas del entorno desde un prisma que proyecte claridad y ponga en valor las habilidades humanas.

La relación entre formación, productividad, tecnología y empleo no es nueva, sino que ha atravesado la historia de las economías modernas. La robotización, paradigma del desarrollo tecnológico y resultado del progreso industrial, estará a partir de ahora mucho más presente en las empresas, dando como resultado una equiparación en la fuerza laboral entre hombres y máquinas. Sin embargo, la redefinición de la dimensión humana del trabajo implica asumir nuevas lógicas de interacción valorando el vínculo entre profesionales como un flujo continuo y recíproco. 

Delinear de forma clara y firme el futuro del trabajo es complejo, sino imposible, por la propia naturaleza intrínseca del contexto en el que estamos inmersos, el cual es altamente volátil y vertiginoso. Si bien no hay nada permanente, excepto el cambio, los profesionales que se inserten en el mercado laboral tienen por delante la oportunidad de sacar partido de la tecnología para elevar sus capacidades humanas y crear un ambiente de trabajo donde las personas estén interconectadas y empoderadas con (y desde) las herramientas digitales. 

Esa misma es la oportunidad: diseñar un futuro en torno a la dimensión humana de la digitalización, dando margen a la posibilidad de lo que pueden lograr las personas que trabajan de manera productiva con la tecnología, desbloqueando aspiraciones y resultados que nunca antes habían sido posibles. Así lo sostiene Lucía Crespo, directora de programas Universidad Corporativa Telefónica y profesora del IE Business School, quien además defiende el binomio entre lógica y emoción como eslabones necesarios en cualquier perfil profesional que quiera comprender el mundo que habita.

El futuro del trabajo: de lo certero a lo impredecible

Según estimaciones del World Economic Forum, para 2025 la tasa de automatización de la fuerza laboral será del 47% (frente al 33% actual), mientras que los empleos desempeñados por las personas representarán el 53%, muy por debajo del 67% vigente. La automatización y una nueva división del trabajo entre los seres humanos y las máquinas desplazarán 85 millones de empleos en todo el mundo en empresas medianas y grandes de 15 industrias y 26 economías. En la vía opuesta, esta disrupción también permitirá la aparición de otros 97 millones de puestos de trabajo, convirtiendo al talento digital en la nueva mina de oro.

Lucía Crespo (Telefónica) analiza el futuro del trabajo.

Para Lucía Crespo, este avance inminente de la automatización refleja una interrupción y alteración súbita de los esquemas. “A día de hoy vivimos una disrupción elevada al infinito, eso es lo que caracteriza la situación actual ya que la disrupción no es puntual sino constante. Frente a esto, es necesario hacer un análisis del contexto para entender los retos y asimilar los desafíos que pueda suponer. Aunque parezca mentira, no es la primera vez que vivimos un cambio tan radical. Lo importante es aprender de estas circunstancias, saber leer lo que está sucediendo y anticiparse al futuro con una posible solución, por muy incipiente que sea. Si se rompen los esquemas, hay que aprender a no agobiarse, adaptarse y no dejar pasar las oportunidades”.

El entorno VUCA en el que se mueven las organizaciones en la actualidad se caracteriza por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad. Este concepto se fraguó en la década de los ochenta en plena Guerra Fría y responde al acrónimo inglés formado por los términos Volatility (V), Uncertainty (U), Complexity (C) y Ambiguity (A). Según Lucía, tanto empresas como profesionales están inmersos en este entorno y, por tanto, obligados a adaptarse a los continuos cambios, haciendo frente a lo impredecible con flexibilidad y pragmatismo. Así define ella los 4 términos.

Lucía Crespo (Telefónica) y el entorno VUCA
  1. Volatilidad: Las personas estamos sujetas a cambios frecuentes, rápidos y significativos. Suceden cosas de mucho impacto en muy poco tiempo, generando variaciones de gran amplitud y a alta velocidad.
  2. Incertidumbre: No tenemos capacidad de anticipar lo que sucederá mañana y mucho menos de modelar el futuro del trabajo; por tanto, hay que aprender a trabajar con cierto grado de desconocimiento y aceptar que los avances tecnológicos superan nuestro entendimiento. En este sentido, el 47% de los trabajos que conocemos a día de hoy habrán desaparecido por completo en los próximos años y el 54% de empleados en las compañías requerirán reskilling o upskilling de habilidades, debiendo reciclar sus conocimientos, adquirir otros nuevos o mejorar los que ya tienen para hacer su trabajo adecuada y competitivamente. 
  3. Complejidad: Se prevé que las cosas sucedan en un espacio de tiempo muy corto y con una gran intensidad, deviniendo en un caos marcado por el impacto, la rapidez y la alta frecuencia. En relación con ello, una sola máquina llegará a procesar un problema de mejor manera, de forma más rápida y con mayor eficiencia que todos los cerebros juntos de los seres humanos del planeta.
  4. Ambigüedad: No hay una tendencia clara de hacia dónde vamos y no se sabe qué pasará con el futuro del trabajo. El 50% de las habilidades necesarias en los próximos años todavía no las conocemos, no se brindan en la universidad ni tampoco existen en el mercado laboral; esto quiere decir que la mitad de las competencias válidas para trabajar aún no se saben cuáles son. De manera correlativa, en 2025 serán equivalentes las empresas que reducirán su número de empleados, las que transformarán el régimen de contratación y las que expandirán su número de contratos. Por tanto, en el entorno de postpandemia serán diversas las salidas y oportunidades para la fuerza de trabajo.

Repensar el futuro profesional desde la incertidumbre hacia la oportunidad

Cada periodo de la historia nace como transición de una época pasada. La gran diferencia con la crisis sanitaria a causa de la Covid-19 es que nos ha afectado sin preparación y sin aviso, de la noche a la mañana. Si se quisiera hacer una analogía, la actual pandemia podría representarse, por antonomasia, como un entorno VUCA. Sin embargo, Lucía Crespo prefiere invertir los conceptos de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad para que la situación inquietante no paralice sino más bien movilice.

Learnability y capacidad de aprendizaje. Lucía Crespo (Telefónica)
  1. La volatilidad se puede contrarrestar con la visión: Lo importante es tener un objetivo grande, un propósito y, por tanto, entender que la carrera profesional es una escalera en la que es posible dar un paso adelante y otro atrás, y que no es malo retroceder si se tiene la visión de a dónde se quiere llegar. En este sentido es muy valioso desarrollar el “learnability”; es decir, la capacidad y habilidad de aprender y, para ello, se necesita conservar una mente abierta a las nuevas cosas, ser capaz de extraer de las experiencias pasadas ciertos aprendizajes para los siguientes retos. Cabe mencionar que la mayor parte de las compañías reclutan teniendo en cuenta la capacidad de aprendizaje inmediato de los nuevos recursos, ya que las circunstancias cambian muy rápido y hay que tener pragmatismo y mucha curiosidad para moverse a partir de la inquietud. 
  2. La incertidumbre se puede combatir con el entendimiento: Para ello es necesario trabajar sobre el pensamiento crítico para analizar lo que sucede alrededor, ser capaz de abstraer información y sacar conclusiones que permitan tomar una decisión acertada, siguiendo un criterio. En otras palabras, es pensar mejor y ello no tiene tanto que ver con la inteligencia sino con el esfuerzo, la observación, la curiosidad, la constancia y la dedicación del tiempo a comprender lo que está sucediendo.
  3. La complejidad puede aminorarse con la claridad: Tener capacidad de foco para concentrarse en lo que es realmente importante y discriminar aquellas cosas que no aportan valor o no sirven más que para obstaculizar y complejizar procesos. 
  4. La ambigüedad es posible reducirla con la agilidad: Desarrollar esta virtud implica tener resiliencia y capacidad de adaptación a los cambios. Es tener flexibilidad para amoldarse a los imprevistos y continuar por el camino con elasticidad. Es decir, estar pendiente de las cosas que suceden y tener pragmatismo para recuperarse y seguir adelante buscando oportunidades de crecimiento.
El futuro del trabajo ante la automatización y la digitalización

Para Lucía, son las habilidades humanas, esenciales, personales y blandas las que realmente sirven para desarrollar un perfil profesional y las que permitirán la distinción entre personas y máquinas. “El avance de la automatización genera nuevos problemas éticos y morales que debemos resolver los humanos, sumado a que nos enfrentamos a un volumen de información muy alto. El pensamiento crítico nos hace menos robots y más humanos, con capacidad de un criterio más sensible basado en todo lo que conocemos, vemos y preguntamos. Además, este pensamiento puede y debe ser colectivo; es decir, cultivado junto a las personas que nos rodean en el trabajo”. 

En conclusión, si bien la pandemia, la tecnología y la automatización han generado grandes grietas, también suponen una enorme oportunidad para repensar los modelos de talento y forjar una fuerza laboral basada en la flexibilidad y la agilidad. Puede esperarse que el futuro del trabajo sea más automático, pero sin duda requerirá habilidades humanas en áreas como la resolución de problemas, la comunicación, la escucha, la interpretación y la creatividad. Aquellos que alimenten la curiosidad, el atrevimiento, el aprendizaje y el esfuerzo serán quienes puedan sacar partido de todo lo que aún nos espera.

* Este diálogo con Lucía Crespo tuvo lugar en el workshop realizado
con los mentees del Programa Mentores CYD 2021.

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