Informe CYD 2016. Rasgos básicos del sistema universitario español

Rasgos básicos del sistema universitario español

El primer capítulo del Informe CYD 2016 consta de cuatro apartados que permiten analizar los rasgos básicos del sistema universitario español. En el primero de ellos se ofrece la evolución reciente y el perfil de los matriculados en las universidades españolas. Entre otras cuestiones se indica que los alumnos de grado ascendían a 1,32 millones en el curso 2015-2016; cuarto consecutivo, por otro lado, con variaciones negativas (pérdida acumulada superior a los 135.000 estudiantes). En cambio, los alumnos de máster oficial no han parado de crecer desde la creación de dichos estudios en el curso 2006-2007 y suponían ya algo más de 171.000. El porcentaje de matriculados en universidades privadas y en no presenciales ha crecido en la última década, representando ya, en el primer caso, el 13,5% del alumnado en grado y el 32,5% en máster y, en el caso de las universidades a distancia, el 14,9% y el 19,6%, respectivamente.

En cuanto a las características personales de los matriculados, en torno al 54% eran mujeres, tanto en grado como en máster, menos de la mitad estaba dentro de la edad típica (18-21 años en grado: el 47,4%; y menos de 25 años en máster: el 36,2%) y los de nacionalidad extranjera apenas representaban un 4% en el grado pero más del 20% en el máster. La rama de enseñanza mayoritaria era la de ciencias sociales y jurídicas, quedando en un segundo plano ingeniería y arquitectura, que ha perdido protagonismo en la última década, y ciencias de la salud, que lo ha ganado. En términos del desempeño académico de los matriculados en grado, se ha de destacar que en los últimos tres cursos la tasa de rendimiento está creciendo y el número medio de créditos matriculados bajando. Así, en 2014-2015 se aprobaron el 77,5% de los créditos matriculados y se matricularon, en promedio, menos de 52 créditos. La tasa global de abandono del estudio en el curso 2014-2015 de la cohorte que entró en el 2010-2011 fue del 34,5%, dos puntos y medio por encima del dato del curso precedente, reforzando así la tendencia al ascenso que se venía observando en los últimos cursos.

 

 

El segundo apartado del capítulo se ocupa de la oferta universitaria. En este sentido, en el curso 2016-2017 había 82 universidades activas en España, 50 públicas (47 presenciales, una no presencial y dos especiales) y 32 privadas (27 presenciales y cinco no presenciales). En ellas se impartieron en dicho curso 8.382 titulaciones, un 2,5% más que en el anterior (ascenso del 6,1% en las privadas y descenso del 0,7% en las públicas). De estas, 2.781 fueron grados y 3.772 másteres oficiales. Un 8,2% de grados y un 20,6% de másteres se ofrecieron en una modalidad distinta a la únicamente presencial (semipresencial, a distancia), cifras que en el caso concreto de las universidades privadas ascienden al 26,1% y 47,4% (2,4% y 14% en las públicas, respectivamente).

Por otro lado, el número de plazas ofertadas en grado en las universidades públicas presenciales españolas fue de 246.076, con un descenso del 0,2% respecto del curso precedente (cerca de 600 plazas menos). La matrícula de nuevo ingreso también se redujo de manera similar, mientras que la demanda se incrementó, después de las variaciones negativas de los tres cursos previos. La ratio matrícula/oferta quedó, igual que en el curso anterior, en el 89,9% (casi 10 plazas ofertadas de cada 100 quedaron sin cubrir). Por ramas, cabe destacar que en la última década la de ciencias ha reducido su oferta de plazas pero la demanda y la matrícula han aumentado, de tal manera que ha sido la que más ha mejorado la tasa de ocupación, hasta el 98,2%, el mejor dato junto a ciencias de la salud. En el otro extremo, ingeniería y arquitectura: más de 20 plazas ofertadas de cada 100 quedaron sin cubrir en el curso 2016-2017.

 

El tercer apartado se dedica al personal de las universidades, poniendo especial énfasis en el personal docente e investigador (PDI). En el curso 2015-2016 un total de 118.094 personas componían este colectivo, un 2,4% más que en el curso anterior, lo que consolida la leve inflexión que se observó entonces. El aumento en las públicas fue del 1,6% (en el curso anterior aún registró un descenso) y en las privadas, del 7,3%, manteniendo el signo positivo del último lustro, en contraste con las públicas, con descensos desde principios de década hasta justo 2015-2016.
En cuanto al perfil del profesorado, cabe resaltar que el 40,9% eran mujeres, mientras que la edad media era de 49 años. En las privadas, respecto a las públicas, la presencia femenina era mayor y la edad media menor y, dentro de las públicas, ello ocurría para los contratados en relación a los funcionarios (dentro de los últimos, la preponderancia de las mujeres era mínima en los catedráticos, del 21%, y el porcentaje de los de 60 y más edad, máximo, del 48,9%). El 57,2% del PDI era plantilla estable. Dentro de las públicas, sin embargo, solo un 30% tenía contrato indefinido frente a la total estabilidad del PDI funcionario. El 40% del PDI trabajaba a tiempo parcial, porcentaje elevado básicamente debido a los profesores asociados de las universidades públicas (que suponen uno de cada cuatro PDI) y la mayor parte del profesorado de las universidades privadas.
En cuanto a la calidad y endogamia del PDI, cabe destacar, por un lado, que el 23,8% del funcionario de carrera de las universidades españolas no tenía aprobado ningún sexenio de investigación en el curso 2015-2016 y que menos de la mitad (el 45,4%) había solicitado y obtenido todos los sexenios posibles desde que leyó la tesis y, por el otro lado, que el 69,1% del PDI de las universidades presenciales trabajaba en la misma universidad en la que había leído su tesis doctoral.

El cuarto y último apartado del capítulo es el que corresponde a la financiación universitaria. Una primera cuestión a destacar es la menor dedicación de recursos por parte de España en relación a la OCDE. Así, en 2013, España registraba un gasto en educación superior por estudiante que era el decimoquinto más reducido entre los 34 países de la OCDE que aportan información sobre esta variable. Además, mientras que la trayectoria de la OCDE ha sido positiva en el periodo 2005-2013, la de España observa un retroceso desde 2008. Así, la diferencia entre España y la OCDE se ha ampliado: del 6% en 2005 al 15% en 2013.

También ocupaba España una posición intermedia-baja en el contexto OCDE si se atiende al gasto en educación superior respecto al PIB. De hecho, el dato español, del 1,28%, era el noveno más reducido de los 34 y un 18% inferior al de la OCDE. Asimismo, el gasto público en educación superior representaba en España el 2,14% del gasto público total, el séptimo valor más reducido de las 32 naciones de la OCDE que ofrecían información al respecto. Con datos más recientes, a partir de los presupuestos liquidados de las universidades públicas presenciales españolas, se puede apreciar, no obstante, una inflexión.

De tal manera que en 2015, por primera vez desde el año 2009, se registró una variación anual positiva de los ingresos y gastos totales liquidados por parte de las universidades. Aún así, los gastos liquidados totales en 2015 eran un 11,7% más reducidos que los de 2009, mientras que los ingresos eran un 15,4% menores. Por universidades, en 2015 solamente 8 de las 47 registraron todavía un descenso de los ingresos y gastos no financieros respecto al 2014. Pero comparando los datos de 2009 y 2015, aún cinco universidades observaban unos ingresos no financieros inferiores en más de un 20%, mientras que solamente dos, en el otro extremo, habían superado las cifras de 2009.

Para más detalle, el capítulo se puede consultar en este enlace 

 

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