Situación española respecto a las licencias de patentes y la creación de spin-off

Situación española respecto a las licencias de patentes y la creación de spin-off

La pandemia de la Covid-19 está generando una sacudida de enormes proporciones para nuestra sociedad. De la noche a la mañana, nos hemos visto atacados por un virus que ha causado millones de afectados en todo el mundo, nos ha confinado en nuestros hogares, modificando o incluso paralizando nuestras relaciones sociales y nuestra actividad económica, anunciándonos una crisis como no habíamos conocido. Aunque era algo que sabíamos, se nos ha puesto delante, de forma cruda e incontestable, que nuestro sistema de salud no tenía la capacidad para afrontar una pandemia, que nuestro sistema productivo adolece de industrias esenciales y descansa en sectores vulnerables y de bajo valor añadido, que la ciencia es crucial para tomar decisiones y afrontar desafíos pero no da respuestas inmediatas, o que la naturaleza de alguna manera reacciona sin compasión cuando provocamos en ella desequilibrios graves.

Fernando Conesa, Servicio de Promoción y Apoyo a la Investigación, Innovación y Transferencia, Universitat Politècnica de València
Martí Parellada, Instituto de Economía de Barcelona (Universitat de Barcelona) y Fundación CYD

Sin embargo, la idea de hacer esta publicación fue previa a la crisis del coronavirus, ya que surgió de la relación entre Fundación CYD y la Asociación Redtransfer con motivo de preparar el Encuentro anual de Profesionales de Transferencia y Gestión de Conocimiento, previsto para marzo de 2020 y que, finalmente, tuvo que ser suspendido. La intención inicial era recoger en el Informe CYD 2019 las aportaciones principales que tuviesen lugar en dicho encuentro. Sin embargo, la relevancia para el desarrollo económico y social que tiene la transferencia de conocimiento parecía merecedora de la publicación de una monografía que tratase el tema con más profundidad y perspectivas, incorporando más aportaciones de las previstas en el referido evento. 

El discurso de la tercera misión de las universidades, que asemejamos aquí al de la transferencia de conocimiento de las instituciones de investigación, es fácil de adoptar por las autoridades, pero, en la realidad de los hechos, resulta difícil de llevar a la práctica. Hoy sabemos que la innovación es un factor principal, no ya del crecimiento económico (indicador que quizá haya de ser sustituido) sino del bienestar social. Hoy sabemos que la investigación desde todas las ramas del saber es la que abre las puertas a los grandes avances y a las disrupciones que estimulan la economía y permiten dar respuestas a los retos sociales. Hoy sabemos que la interacción y el aprendizaje en el seno de un ecosistema con diversos elementos, es decir, transferir el conocimiento, es lo que permite llevar dichos avances, no solo a más conocimiento, sino a su aplicación para el beneficio de la sociedad. 

Sin embargo, siendo importante, o, quizá por ello, hay insatisfacción e incluso decepción en la efectividad que muestran en nuestro país los mecanismos de que disponemos para llevar los resultados de la investigación a un uso económico y social. Este estado de opinión podría matizarse o contextualizarse si se analizaran con rigor los indicadores de la actividad de transferencia de conocimiento, pero tampoco se cuenta con un sistema completo y robusto de indicadores aceptado internacionalmente que facilite análisis más finos. Si bien no es el propósito de esta publicación, mencionar el reciente informe del Expert Group del JRC como un hito en la construcción de un sistema internacional de indicadores de transferencia de conocimiento. 

Por ello, con el nivel de análisis disponible en diversos estudios recientes de los que se concluyen déficits claros en materia de licencias de tecnología y creación de spin-off, la monografía del Informe CYD 2019 (promovida por la Fundación CYD y la Red Transfer) tiene como objetivo pasar del diagnóstico a las propuestas. Así, se presenta una publicación con diversidad de aportaciones, que incluyen reflexiones y estudios sobre nuestra historia y comportamiento en el ámbito de la transferencia de conocimiento, perspectivas y movimientos recientes en otros países en dicho sector y propuestas de acción para el sistema de transferencia de conocimiento en España, tanto en el nivel legislativo como en de las políticas de las administraciones y de las instituciones.

Las aportaciones que conforman la monografía están escritas en forma de artículos breves, abordando todos ellos, y como eje común, la transferencia de conocimiento. El conjunto converge en una serie de propuestas que son un reflejo de la importancia de la transferencia de conocimiento en la coyuntura actual. Todas ellas parten de la convicción de que las vías de transferencia como las licencias de patentes o la creación de spin-off deberían jugar un papel mucho más relevante, y que las universidades y los centros de investigación deberían impulsar, con decisión, dichas actividades.

Reforma de las Oficinas de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) 

La creación de las OTRI supuso un compromiso decidido del gobierno español para promover la transferencia y, hoy, tres décadas después y con más de 200 OTRI de universidades y centros de investigación es una realidad que necesita un nuevo estímulo. Nadie duda que han sido un elemento determinante en el impulso de la cultura de la transferencia en las universidades y otros centros de investigación, pero la necesidad de hacer frente a las mencionadas insuficiencias, hacen imprescindible su reforma. 

El Ministerio de Ciencia e Innovación debería impulsar, junto con las comunidades autónomas y las universidades, una transformación de las OTRI que tuviera como objetivo su fortalecimiento con la incorporación de perfiles especializados de alto nivel técnico que pudiesen dar respuesta a las nuevas necesidades planteadas. Además, se debería considerar la posibilidad de fomentar los consorcios entre universidades, centros de investigación y las administraciones, con personalidad jurídica propia, que pudiesen impulsar la transferencia con las mejores condiciones posibles. La experiencia en este sentido acumulada desde hace ya una década de las SATT en Francia debería ser examinada. En fin, reducir el número de OTRI, fortalecerlas y dotarlas de personalidad jurídica propia serían tres de los aspectos en este proceso de reforma de las OTRI.

Ello debería ir acompañado de una financiación adecuada a las mayores necesidades de inversión y, en particular, a las vinculadas a las etapas previas a la constitución de la nueva empresa. Además, se deberían promover todas aquellas actuaciones destinadas a aumentar el vínculo de las universidades y centros de investigación, con aquellas empresas que ya están desarrollando actividades de carácter emprendedor en sus sectores de interés. 

El éxito de estas medidas será más fácilmente posible si se impulsa entre el profesorado universitario y los investigadores la cultura de la transferencia, o lo que es lo mismo, la aplicación de la investigación. En este sentido, es muy relevante la iniciativa del sexenio de transferencia que en la prueba piloto realizada ha tenido un impacto muy destacado. En convocatorias sucesivas podría ser adecuado dar mayor protagonismo a las licencias de tecnología y a la creación de spin-off. 

Por otro lado, también es importante desarrollar las revisiones normativas que faciliten las medidas de protección del conocimiento, que incentiven la transferencia y que favorezcan la participación de los investigadores en las empresas de base tecnológica. 

Todo ello será posible y obtendrá, con seguridad, resultados destacables si la universidad incorpora de manera decidida en su misión la transferencia de conocimiento y presta el apoyo imprescindible a las oficinas de transferencia. Sin olvidar que la existencia de un ecosistema innovador desarrollado que actúe como impulsor o receptor de la transferencia de conocimiento de la universidad es un elemento relevante para su desarrollo. 

Con las once aportaciones recogidas en esta monografía creemos que hay material suficiente para avanzar y dar el salto que requiere la transferencia de conocimiento en España. Pero hay que ser conscientes de que los cambios necesarios necesitan inversiones importantes. La crisis que se nos avecina parece no ser el mejor momento para acometerlos, o quizá sí.

La transferencia de conocimiento debería ser parte relevante del paquete de medidas para la reconstrucción de la economía española que se debate en estos tiempos. Los países que en la crisis de 2008 apostaron por invertir en ciencia y en innovación hoy están en mejores condiciones para afrontar la crisis del coronavirus que los que adoptamos solamente estrategias de recorte y reducción del gasto en recursos humanos. Para aprovechar la ocasión necesitamos una mayor cohesión política, una mayor capacidad de pacto entre los principales partidos. La sociedad lo demanda y el sacrificio de quienes han perdido la vida, la salud o el empleo en esta crisis lo merece.

Si quieres leer la diversidad de aportaciones que incluyen reflexiones profesionales, experiencias institucionales y estudios sobre el comportamiento en el ámbito de la transferencia de conocimiento y sobre la relativamente reducida presencia de la creación de spin-off y licencias de patentes en las universidades españolas, descarga aquí la monografía del Informe CYD 2019.

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