La formación universitaria solo es profesional si cuenta con la empresa

El departamento de Educación y Formación de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), dirigido por Juan Carlos Tejeda, se encarga de trasladar la sensibilidad e inquietud del ámbito empresarial a la educación. Con presencia en mesas de diálogo en diferentes ámbitos de la educación superior, afronta el nuevo curso 22-23 lleno de retos: desde el desarrollo de la Ley Orgánica de Educación (LOE), de las 27 normas de la Ley Orgánica de Ordenación e Integración de la Formación Profesional, la negociación de la Formación Profesional para el Empleo y el seguimiento de la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU).

Juan Carlos Tejeda afirma que la cualificación de los estudios y la formación son ejes prioritarios en la política, no solo de nuestro país, sino también en el ámbito de la Unión Europea. Y destaca el compromiso de la CEOE con el seguimiento, implementación y traslado de los intereses empresariales a cada una de las reformas educativas, con el objetivo de adecuar la formación a la empleabilidad y revertir las cifras de desempleo, especialmente en el colectivo de los jóvenes y los mayores de 50 años. 

El responsable del área de Educación y Formación de la CEOE se muestra crítico con el procedimiento formal de la LOSU, donde no se ha convocado ninguna mesa del diálogo social en la que trasladar la visión del mundo empresarial, y con su contenido, y alerta del riesgo de que la universidad pueda quedar alejada de la realidad empresarial.

¿La formación universitaria en España se adecua a la demanda laboral?

La formación universitaria no se ajusta a la demanda laboral. Los datos del INE muestran que el desempleo en menores de 25 años supera el 34% y es más del doble de la media de la Unión Europea. Además, existe un desajuste entre la oferta y la demanda de cualificaciones, que Eurostat mide en 150.000 vacantes y la patronal de digitalización, Digitales, en 140.000 solo en el ámbito tecnológico.

Sin embargo, en la educación superior no es donde está el mayor problema. Según el organismo europeo Cedefop, para el año 2025 se va a requerir un 34% de cualificados en el ámbito de la educación superior, un porcentaje que cuantitativamente España cumple. El problema está en la demanda de perfiles con cualificación intermedia: será de un 50% y estamos casi en la mitad. El reto es hacer que los jóvenes con una cualificación baja puedan tener una cualificación intermedia, si no lo conseguimos van a ser expulsados del mercado laboral y va a ser dramático. 

Estamos en un proceso de transformación, con factores tecnológicos y demográficos. Como no acometamos bien esta transición, van a haber personas expulsadas del mercado laboral y las empresas no van a encontrar a personal cualificado, lo que va a mermar su productividad.

“El mayor reto no está en la educación superior, sino en que los jóvenes con una cualificación baja puedan tener una cualificación intermedia, sin ella van a ser expulsados del mercado laboral y va a ser dramático.”

¿Cómo se pueden mejorar las cifras de empleo juvenil y cubrir las ofertas laborales que demandan las empresas?

Las diferentes reformas educativas, entre ellas en el ámbito universitario, eran necesarias. Pero es importante que todas las reformas en educación tengan en el centro a la empresa: me asombra que cuando se lanza una reforma universitaria, se diga que el objetivo de la universidad no es la inserción laboral. Existen muchos objetivos, está claro, pero creo que para el 99% de las personas que estudian en la universidad es buscar un futuro mejor, tener una profesión; todo lo demás me parecen ideas románticas que están muy alejadas de la realidad. 

Para ajustar la oferta y demanda de empleo es importante poner a la empresa en el centro de todas las reformas educativas, como ha hecho la reciente reforma de la Formación Profesional.

“Me asombra que cuando se lanza una reforma universitaria, se diga que el objetivo de la universidad no es la inserción laboral. El 99% de las personas que estudian en la universidad busca un futuro mejor”.

Según un análisis de la Fundación CYD, en las últimas décadas descienden graduados en áreas de mayor empleabilidad como informática e ingeniería y aumentan en otras con menor empleo como humanidades. ¿Cómo se puede mejorar la orientación laboral para los estudiantes universitarios?

Ahora hay muchos sistemas en orientación laboral que no se hablan entre sí ni trabajan de forma coordinada. Falta una estrategia única nacional que cubra todos los niveles de la vida: desde la etapa educativa, en la que debería haber orientación psicopedagógica y laboral – tal y como sucede en el mundo anglosajón, donde los alumnos pasan por empresas -; hasta los niveles superiores. Sin olvidar a los mayores de 50 años, que en situación de desempleo se encuentran desorientados.

Es necesario orientar, formar y cualificar para los nuevos puestos que requieren las empresas; en España nos hemos convertido en centro de atracción para los Centros de Procesamiento de Datos (CPD), que tienen problemas para cubrir los puestos especializados en diferentes niveles: desde la limpieza especifica que requieren los dispositivos hasta posiciones más técnicas.

Y es importante también acabar con los sesgos de género que hay en torno a titulaciones como las STEM, donde las mujeres tienen una presencia muy reducida. 

“Ahora hay muchos sistemas en orientación laboral que no se hablan entre sí ni trabajan de forma coordinada. Falta una estrategia única nacional que cubra todos los niveles de la vida”.

¿Cómo valora el Anteproyecto de Ley Orgánica del Sistema Universitaria (LOSU), ¿cree que da respuesta a los retos de empleabilidad y acerca la universidad a la empresa?

En primer lugar, en la elaboración de LOSU no ha habido mesa de diálogo social, nos hemos reunido dos veces con el ministro de Universidades (primero Castells y luego Subirats) y le hemos llevado nuestras sugerencias, pero no ha habido negociación. La LOSU no se ha desarrollo dentro del ámbito del diálogo social; cuando empresa y universidad tienen que estar muy vinculadas. Algo muy diferente a lo que ha sucedido con la Ley de FP, en la que CEOE y sindicatos nos reunimos con el gobierno y trabajamos de forma intensa por una buena Ley, resultado de un gran consenso. 

En cuanto al contenido de la Ley: no hay ningún avance en la vinculación entre universidad y empresa. La universidad se ha quedado varios pasos atrás del mundo real, que es la empresa: es necesario que los docentes conozcan el ámbito corporativo y que no vivan lejos de la realidad empresarial. Se ha eliminado toda referencia a la mención dual, es decir, que el joven pase por la universidad y a la vez por la empresa; una práctica habitual en otros ámbitos como la FP, así como en otros países de nuestro entorno. Tampoco hay presencia de la empresa en el órgano de gobierno de las universidades: estamos en todos los órganos de gobernanza de todos los sistemas (Consejo General de FP, Consejo Escolar del Estado, Consejo General del Sistema Nacional de Empleo, etc.), pero no en el consejo de las universidades, donde sí estarán los sindicatos y los estudiantes; nos parece muy grave.

“La LOSU no se ha desarrollo dentro del ámbito del diálogo social; empresa y universidad tienen que estar muy vinculadas”.

¿Cómo valora la patronal otros aspectos del contenido de la LOSU como la composición del consejo social y la profesionalización de su gestión?

Valoramos negativamente el reducido papel que se da a los consejos sociales como órgano de representación de la sociedad civil, teniendo en cuenta que es el único espacio donde está el mundo empresarial. En cuanto a su composición, se va a politizar mucho más la designación de sus miembros y las competencias serán aún más estéticas que de contenido.  Hace falta dar más poder al consejo social para dar mayor poder a la sociedad y dotarlo de una mayor profesionalización para que sea más ejecutivo.

Creemos que la LOSU no avanza en una mayor profesionalización de las universidades: en la elección del rector debería primar la experiencia en gestión y que éste tuviera conocimientos para liderar una institución tan compleja como una universidad, más allá de ser un buen catedrático. Y echamos de menos que se hable de buen gobierno: transparencia, eficiencia, participación de la sociedad civil o de rendición de cuentas.

Por último, en cuanto a las becas: han de tener un componente socio económico ya que el nivel igualador para las familias es indiscutible, pero creemos que también se debería premiar la excelencia académica. Y a cambio de su concesión, debería haber un seguimiento del rendimiento académico de los alumnos, como ocurre en países de nuestro entorno. Sería bueno analizar qué ocurre con esos incrementos de becas y qué impacto tiene después en el desarrollo y en la matriculación de los alumnos; analizar abandonos y resultados académicos.

Creemos en definitiva que no es la Ley ni la reforma que necesita la universidad en nuestro país. Hemos elaborado 19 enmiendas que estamos haciendo llegar a los grupos parlamentarios para intentar mejorar la Ley.

“La LOSU no avanza en la relación entre empresa y universidad: ha eliminado toda referencia a la mención dual y no hay presencia de la empresa en el Consejo de Universidades, máximo órgano de gobierno del sistema”.

¿La Universidad cumple con la formación a personas en activo y desempleados?

La Universidad no está presente en la formación continua, los intentos que hace son fallidos. Una de las grandes pretensiones de la CEOE es ampliar los actores que realizan este tipo de formación, siempre hemos llamado a las universidades para que aterricen la formación a empleados y desempleados. Somos conscientes que es un sistema complicado de subvenciones y bonificaciones con requisitos formales muy complicados, pero las universidades tienen todos los medios posibles; creemos que hay cierta reticencia a hacerlo y se han quedado en una zona de confort. 

Podrían hacer formación vinculada a especializades del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) o adaptar sus formaciones y fragmentarlas como hace la Formación Profesional, por ejemplo. Nos gustaría que no solo universidades, sino también escuelas de negocios y centros tecnológicos pudieran aterrizar este tipo de formación, ahora solo lo hace alguna universidad privada. Con los fondos de la Unión Europea para la recuperación, los Next Generation, hay una oportunidad ya que facilitan muchos recursos para hacer formación.

“La Universidad no está en la formación continua, los intentos que hace son fallidos. Con los fondos de la Unión Europea para la recuperación, hay una oportunidad ya que facilitan muchos recursos para hacer formación”.

¿En qué se puede inspirar la Universidad en la Formación Profesional?

Cada vez más jóvenes que terminan estudios universitarios se matriculan en la FP para insertarse laboralmente. El observatorio del SEPE muestra que la inserción laboral de los egresados en FP es muy superior a la de los titulados universitarios.

Con la nueva Ley de la FP, toda la formación va a ser dual: el joven está obligado a pasar por la empresa, donde va a realizar parte del aprendizaje. Se trata de una muy buena práctica que podría acometerse en la universidad, y que la Universidad del País Vasco ya está haciendo. La nueva Ley de la FP también va a modificar la ley de gobernanza para que el mundo de la empresa tenga más presencia. Son cuestiones que la LOSU debería haber tenido en cuenta.

La FP ha fraccionado diferentes niveles y llega al nivel de titular micro credencial (grados A) ): Creemos que el gran acierto de la Formación Profesional acreditable es que ha puesto a la empresa en el centro. La formación solo es profesional si está vinculada al mundo empresarial; no puede haber estudios universitarios si no cuentas con la empresa.

En un debate CYD, portavoces del ámbito empresarial alertaron del posible riesgo que las empresas busquen a personas con conocimientos, más que con títulos y la universidad pierda prestigio social ¿Ese riesgo está ahí?

Muchas veces se nos olvida que la titulación es un medio, no un fin en sí mismo. Vemos muchas reformas donde el objetivo es la titulación y debería ser el aprendizaje. El objetivo es que sepas hacer: la titulación es la primera criba, pero lo que se incorpora a las plantillas es el talento. 

Desde la Unión Europea se está impulsando la formación muy breve con título, las micro credenciales, que en países como Irlanda funcionan desde hace 20 años. La universidad española se está aproximando. Hay que tener en cuenta que desde que un joven entra en la universidad hasta que se gradúa, el mundo ha cambiado y puede acabar con una formación obsoleta en función de la carrera que curse. Las empresas están viendo que esa forma de ir acreditando parcialmente y acumulando conocimiento pueden ser una buena solución.

El riesgo de que la universidad pierda prestigio social está ahí porque hay muchas nuevas especialidades con empleo para las que no hay un título universitario.

“Vemos muchas reformas donde el objetivo es la titulación y debería ser el aprendizaje. El objetivo es que sepas hacer, la titulación es la primera criba, pero lo que se incorpora a las plantillas es el talento”.

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