De lo individual a lo colectivo: una década de acción por el desarrollo sostenible

Universidades y empresas apuestan por el desarrollo sostenible

El 2020 estaba predestinado a ser el año de la acción y terminó siendo el año de la reacción ante un fenómeno inesperado como la Covid-19 que impactó de manera total y global sobre las agendas políticas, sociales, económicas y educativas de todo el mundo. Ante el inicio de una década tan deseada, se han acentuado las prioridades en forma de urgencias que requieren de una acción coordinada: la emergencia sanitaria, la emergencia climática, la emergencia socioeconómica; tres exigencias que requieren de un compromiso individual y de un esfuerzo colectivo. Lejos de perder sentido, el desarrollo sostenible en las instituciones es una prioridad de agenda y una corresponsabilidad con las generaciones futuras, al promover la visión de que el mundo, presente y futuro, debe habitarse desde una perspectiva que abrace toda actividad verde y sustentable.

Los retos a los que se enfrenta nuestra sociedad son amplios y complejos, y están recogidos de una forma práctica y clara en las 169 metas que acompañan a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que marca la Agenda 2030, instaurada y adoptada el 25 de septiembre de 2015 por la Asamblea General de la ONU. Sin embargo, si bien el concepto ha cobrado relevancia y notoriedad en los últimos años, se remonta a mediados de los años sesenta y desde entonces hasta hoy nuestro estilo de vida ha cambiado muchísimo a causa de los grandes avances de la ciencia y la tecnología, haciendo que las reflexiones sobre los modelos de desarrollo futuros sean más profundos, trascendentales y agudos.

En este contexto, el compromiso y responsabilidad de las instituciones no es menor. Por un lado, la sostenibilidad aplicada a la estrategia empresarial va más allá del cumplimiento de las obligaciones jurídicas, fiscales o laborales. Las empresas son conscientes de la importancia y vitalidad de integrar el desarrollo sostenible en su toma de decisiones, no solo para mejorar la eficiencia y competitividad de sus operaciones, sino también para garantizar la protección del medio ambiente, anteponer el impacto social justo y equitativo, y mejorar su rentabilidad en términos de ganancias y costes. 

Por otro lado, y en relación a la responsabilidad social universitaria, las instituciones educativas procuran mantener una retroalimentación con la sociedad, de modo que se vean implicadas en las problemáticas sociales, marquen tendencias y muestren, con el peso del saber y de la práctica, lo que hay que hacer para lograr la sostenibilidad de los sistemas económicos y sociales. En este sentido, tanto en su misión de docencia, investigación y transferencia de conocimiento, las universidades ocupan un papel y una posición privilegiada como agente transformador y fomentador del cumplimiento de la Agenda 2030. 

Bajo esta trama, el pasado 23 de noviembre realizamos un Debate CYD para analizar la apuesta que universidades y empresas están realizando por el desarrollo sostenible. El foro se centró en las declaraciones de 3 representantes de universidades españolas y 3 directivos empresariales respecto a las políticas que están desarrollando las instituciones para que el planeta sea un entorno habitable y con conciencia ecológica.

En concreto, Joseba Arano (director de personas, calidad, gestión ética, responsable y excelente de Pascual), José E. Capilla Romá (rector de la Universitat Politècnica de València), Roberto Fernández (director de Responsabilidad Social Corporativa y Reputación de Iberdrola), Dulcinea Meijide (directora de Desarrollo Sostenible y Equidad de Agbar), Luis Antonio Marcos Naveira (director de la Oficina Verde de la Universidad de Burgos y asesor técnico de CRUE-Sostenibilidad) y Juan Manuel Rosas Santos (vicerrector de Estrategia y Gestión del Cambio de la Universidad de Jaén) pusieron en común sus medidas, acciones y propuestas tanto corporativas como educativas en relación con el medio socio-natural, así como una mirada de futuro respecto al espacio que habitarán tanto los estudiantes venideros del mañana como los próximos profesionales.

Políticas sobre desarrollo sostenible en universidades y empresas

Las palabras inaugurales del Debate CYD “¿Por qué las universidades y las empresas deben apostar por la sostenibilidad?” estuvieron a cargo de Sònia Martínez Vivas, directora gerente de Fundación CYD, quien además de agradecer la participación de los ponentes y de los asistentes de este encuentro online, reconoció que es un tema no sólo imprescindible sino urgente que nos compromete como individuos y al que no podemos darle la espalda. 

Si el 2020 fue el año de la reacción, el 2021 ha sido el año de la reactivación, pero no de una reanimación que nos devuelva al pasado que ya queríamos cambiar, sino a un futuro sostenible que ponga en equilibrio la economía, el planeta y las personas. En este sentido, Dulcinea Meijide (Agbar) reconoció que es rentable ser sostenible y que todos los temas que tienen que ver con la eficiencia conllevan una revisión del impacto ambiental de las actividades corporativas: “es responsabilidad de las empresas incorporar la rentabilidad como parte de la sostenibilidad económica porque sino la empresa no existiría ni tendría visión de futuro. Debemos internalizar los impactos de las acciones que impulsamos ya que el medioambiente por sí solo no tiene quejas sino que son las actividades que desarrollamos las personas las que inciden en la huella medioambiental”. 

“En el ámbito del agua, hablar de circularidad no es una opción sino una exigencia ya que es un recurso básico para la vida y para los ecosistemas naturales. El agua se recoge de un medio natural y vuelve al medio natural, con lo cual es necesario tener una mirada holística y global del recurso. La reutilización del agua es una palanca necesaria y una visión de futuro para cubrir la mayor demanda que se concentra en las urbes y ciudades. Debemos ser conscientes y nos urge tener resiliencia para hacer que las ciudades no tengan un impacto tan severo en el desarrollo futuro”.Dulcinea Meijide, directora de Desarrollo Sostenible y Equidad de Agbar.

En segundo lugar, Roberto Fernández (Iberdrola), amplió la percepción de sostenibilidad más allá de la cuestión medioambiental, además de considerarla como una oportunidad y driver de negocio, un factor de resiliencia, resistencia y competitividad: “Desde hace ya dos décadas Iberdrola tuvo la visión de que el mundo era sostenible o no sería mundo futuro; por tanto, abrazamos el concepto enfocándolo en las energías renovables y creyendo que la sostenibilidad es rentable. Las empresas debemos ser conscientes de que los clientes cada vez más apuestan por productos y compañías sostenibles y que respeten el entorno social, motivo por el cual la sostenibilidad se terminará convirtiendo en un atributo inherente a todos los productos y servicios”.

“Nuestra compañía se comprometió de manera temprana con la descarbonización del sector eléctrico. Nuestra gran aportación es demostrar que el sistema eléctrico se puede descarbonizar y que la economía se puede electrificar, apostando por fuentes renovables y por el concepto de circularidad. En este sentido, debemos avanzar aún más hacia las smart cities, más limpias, descarbonizadas, sin CO2, sin óxidos nitrosos ni sulfurosos, menos ruidosas, más saludables y más sostenibles”.Roberto Fernández, director de Responsabilidad Social Corporativa y Reputación de Iberdrola.

“Actualmente, estamos transitando momentos de tensión buscando ser competitivos tanto en lo económico como en lo sostenible”, apuntó Joseba Arano (Pascual), quien también hizo hincapié en la valoración del consumidor y en la importancia que el ciudadano le atribuye al desarrollo sostenible. Tal es así que, según su percepción, poco a poco empieza a distinguirse la sostenibilidad como elemento influyente en la decisión de compra, lo cual debería impulsar a las compañías para que trasladen al corazón de sus decisiones corporativas la mirada sustentable.

“La economía circular es el modelo productivo del futuro. En Pascual hemos intentado ser innovadores y pioneros con el tema de los envases, queriendo utilizar materiales reciclados y hacer que las botellas sean resultado de otras botellas y sirvan, a su vez, para otras botellas más. La intención final es utilizar menos envases y con menos material, fomentando el ecodiseño, el reciclaje y la reutilización. Para lograrlo, colaboramos con startups, universidades e institutos tecnológicos que nos permiten abordar procesos de innovación de cara a la reutilización de materiales y así mejorar la sostenibilidad”.Joseba Arano, director de personas, calidad, gestión ética, responsable y excelente de Pascual.

Por su parte, las universidades tienen un papel clave en relación con la sostenibilidad y los ODS en toda su esfera de influencia. Las capacidades de las instituciones de educación superior en docencia, investigación e innovación, transferencia de tecnología y conocimiento, así como en contribución al desarrollo regional en el área en las que se insertan, evidencian el papel estratégico y protagónico que juegan las universidades para ayudar a la sociedad a abordar los desafíos. Tal es así, que podría decirse que ninguno de los 17 objetivos de la Agenda 2030 podría lograrse plenamente sin la contribución del sector universitario.

Así se pronunció José E. Capilla Romá (Universitat Politècnica de València), poniendo en valor a su institución como entidad comprometida desde hace más de 20 años con la sostenibilidad en sus tres dimensiones: ambiental, social y económica: “todo lo que hacemos pretende tener un equilibrio en estas dimensiones, teniendo el compromiso con las generaciones que van a heredar lo que seamos capaces de dejar; de allí que nuestro propósito sea convertirnos en una institución capaz de haber naturalizado el campus y de haberse convertido en neutral en la emisión de carbono”. Además, el rector de la UPV reconoció que en el plano de la docencia disponen de una red de 12 cátedras relacionadas con el medioambiente, la eficiencia energética y el consumo del agua ya que “las materias deben tener conexión con las preocupaciones actuales a fin de promover que el profesorado y estudiantado tengan más sintonía y se impregnen más de la sensibilidad por la sostenibilidad”.

Sin duda, la universidad tiene que liderar y dar ejemplo de unas buenas prácticas en la gestión de los edificios y campus, en la docencia que imparte y en las alianzas que establece con el tejido empresarial. Así lo respaldó Luis Naveira (Burgos), valorando como fructífero el diálogo que las universidades mantienen con las empresas e instituciones del tercer sector: “los avances que universidades públicas y privadas estamos haciendo en materia de sostenibilidad son importantísimos y están demostrando que no somos un ámbito cerrado ni estamos arrinconados en nuestros laboratorios o aulas sino que estamos abiertos a lo que sucede en la sociedad y percibimos que el cambio global al que estamos sometidos demanda decisiones muy ambiciosas y de manera temprana”.

Juan Manuel Rosas (Jaén) también insistió en que incorporar el tema de la sostenibilidad en el nivel más alto de la estrategia educativa es consustancial al desarrollo de la universidad: “dado nuestro compromiso geográfico y territorial, llevamos la sostenibilidad en nuestro ADN institucional y por tanto en nuestro plan estratégico, el cual a su vez está enfocado para implementar los ODS en todos los niveles de la actividad universitaria”. 

“Los campus de Jaén son entornos orientados al funcionamiento sostenible mediante un plan verde de arbolado que pretende disminuir la huella de carbono y favorecer el diseño eficiente de la infraestructura. Además, apostamos por la fuerte reducción del consumo energético y la producción propia de energía mediante paneles solares. A pesar de haber crecido en los campus entre 2011 y 2020 y de haber aumentado el tamaño de los edificios, los hemos hecho más sostenibles y eficientes, reduciendo un 6% las emisiones de CO2”.Juan Manuel Rosas Santos, vicerrector de Estrategia y Gestión del Cambio de la Universidad de Jaén.

Responsabilidad, compromiso y perspectiva integral de la sostenibilidad

El siguiente módulo del debate se centró en compartir las iniciativas, proyectos, acciones y programas que tanto universidades como empresas están llevando adelante en relación al desarrollo sostenible. La escala del cambio que debe producirse es enorme pero son los pequeños grandes pasos los que cambiarán el rumbo de la crisis climática. Esto quiere decir que, si bien los ODS requieren transformaciones profundas y radicales así como un giro copernicano en el abordaje de las actividades educativas y empresariales, el cambio empieza por predicar con el ejemplo, hacer lo que se promueve y transmitir lo que se hace.

Es muy importante hacer lo que dices y decir lo que haces, así como tener capacidad de acción y dar el ejemplo. En nuestro caso, se traduce en ser participativos en los entornos que impulsan la descarbonización”. Esas fueron las palabras del director de Responsabilidad Social Corporativa y Reputación de Iberdrola, quien informó que la firma lleva más de dos décadas inmersa en un cambio del modelo de negocio con el propósito de ser neutrales en Europa en 2030 y en todo el mundo en 2050. “Debemos convertir el riesgo en una oportunidad y es por ello que nuestra compañía está internalizada en abandonar el gas y el carbón. Hoy estamos un 70% debajo de las emisiones de los principales competidores en Europa y en 2030 queremos duplicar la capacidad instalada”, anunció Roberto Fernández. 

Si nos referimos al agua, antes de 2025 aproximadamente dos tercios de la población mundial no tendrá acceso a ella de manera limpia. Las aguas residuales que son tratadas tienen el potencial de cerrar la brecha en el tema de la escasez de agua y, con este objetivo, el Plan Estratégico de Desarrollo Sostenible “REwater Global Plan” de SUEZ pretende transformar la manera en que se trata, distribuye y reutiliza el agua, teniendo la capacidad de convertir el tratamiento de aguas residuales en una posible recuperación de recursos y aprovechamiento de subproductos valiosos en forma de reutilización del agua, eliminación de nutrientes y generación de energía.

No hay plan b, este es el único plan: reutilizar el agua, disminuir las emisiones del consumo energético y reducir la huella de carbono. Gracias a la compra de energía verde y a las palancas de eficiencia energética, hemos disminuido las emisiones derivadas del consumo eléctrico al 90%. Es evidente que el impacto del cambio climático es directo en el agua, en cuanto a la cantidad, estrés hídrico, necesidad y calidad, así como en lo relacionado al estado de las instalaciones. Por ello, nuestra compañía decidió transformar las plantas depuradoras y convertirlas en biofactorias autosuficientes para la circularidad no solo del agua, haciéndola reutilizable, sino también reutilizando energía y rescatando elementos que aparecen en el agua residual que son necesarios para otros usos”, detalló la directora de Desarrollo Sostenible y Equidad de Agbar, Dulcinea Meijide.

En complemento, el director de personas, calidad, gestión ética, responsable y excelente de Pascual prefirió centrarse en las preferencias de los ciudadanos como consumidores, los cuales están preocupados por temas medioambientales pero también por la salud de los productos y por la gestión de los empleados y con los proveedores que tienen las marcas de gran consumo. “Dar lo mejor para el futuro de la alimentación es nuestro propósito y para ello tenemos 3 grandes objetivos de sostenibilidad, valorada desde una perspectiva integral: el primero es el bienestar mediante productos nutricionales y hábitos saludables, el segundo es el desarrollo de las personas que trabajan en y con Pascual, y el tercero es el elemento medioambiental donde integramos aspectos de las operaciones sostenibles, la gestión energética, el uso del agua, la reducción de la huella de carbono y la economía circular”, precisó Joseba Arano.

Por su parte, no son pocas las iniciativas que están llevando adelante las universidades españolas a través de la creación de nuevas unidades organizativas capaces de albergar programas formativos relacionados con el desarrollo sostenible, así como propuestas que inviten a la comunidad universitaria a desarrollar actividades y hábitos en pro de la movilidad sostenible y la habitabilidad de los espacios e infraestructuras de una manera responsable. 

En lo que respecta a la Universidad de Burgos, desde la Oficina Verde, constituida en 2016, se coordina un elevado número de acciones para que la institución sea más sostenible, estando implicados en convertir su infraestructura en un ecosistema verde con menos consumo de agua, más biodiversidad y más actividades de educación ambiental, así como en mejorar la eficiencia energética mediante luminarias LED y placas solares en los tejados para generar energía renovable. “Al ser una universidad pequeña dentro de una ciudad de tamaño moderado, nuestros campus están muy integrados a la vida de la ciudad, con complicidades, sinergias y conexiones con instituciones, tanto públicas como privadas. El futuro lo creamos juntos y, desde nuestro lugar, estamos intentando que toda la gente que participa en la universidad realice formación relacionada con el medioambiente y actúe de forma sostenible”, señaló Luis Marcos, director de la Oficina Verde.

“Para Burgos, pensar en la eficiencia energética no es un capricho dada la ubicación que tenemos en el mapa de España. Somos una universidad modesta si se piensa en cifras, antigüedad y tamaño, pero aún así estamos consiguiendo que en nuestras actividades medioambientales participen más de 25.000 personas, tanto de la propia universidad como ajena a ella, mediante cursos, capacitaciones, itinerarios, jornadas, talleres y excursiones de naturaleza. Durante el 2021 realizamos 245 actividades, con lo cuales casi todos los días la Oficina Verde realizó alguna acción de compromiso con la sostenibilidad”.Luis Marcos, director de la Oficina Verde de la Universidad de Burgos.

En concordancia, la Universidad de Jaén también brinda actividades de formación complementaria para multiplicar el impacto, sensibilización y concientización en materia sostenible. “Los estudiantes están muy preocupados por la sostenibilidad y, por tal motivo, pretendemos ofrecer una formación polivalente, integral y que incorpore el compromiso profesional con la sostenibilidad. Estamos intentando que el estudiantado tome cursos mediante micro credenciales, ciclos de formación complementaria o diplomas de extensión que se ofrecen de forma gratuita a más de 4.500 estudiantes. De esta manera, cuando se lancen a la empresa podrán acreditar que tienen una formación en sostenibilidad”, refirió el vicerrector de estrategia y gestión del cambio, Juan Rosas.

Agenda 2030 y Objetivos del Desarrollo Sostenible

Ahora más que nunca es necesario que empresas, pymes, administraciones públicas, universidades e instituciones hagan propio el compromiso de responsabilidad colectiva que supone esta década de acción como llamada a la reactivación sostenible. Los retos que hace un tiempo nos planteaba el planeta ahora se han hecho urgentes y para ello debemos instalar nuevos comportamientos y hábitos de conducta, alineados con las bases de la Agenda 2030. Por tal motivo, y como cierre del debate, los ponentes compartieron su proyección del mundo en menos de 10 años en términos de objetivos del desarrollo sostenible. 

En concreto, el rector de la Universitat Politècnica de València, se refirió a los ODS con los que está comprometida su institución, focalizada en el 13 (acción por el clima) mediante asuntos medioambientales, el 17 (alianzas para lograr los objetivos) a través de colaboraciones con empresas y con la administración pública para proyectos de innovación y contratos con demás sectores, el 5 (igualdad de género) vía políticas que permitan avanzar en mayor equidad, el 7 (energía asequible y no contaminante) con proyectos de investigación y el 3 (salud y bienestar) con el avance de la tecnología para mejorar la calidad de vida y la longevidad, siendo el 4 (educación de calidad) la misión central de la universidad.

“Las universidades tenemos que ser ejemplo para la sociedad. Nuestro impacto no se traduce solo en lo que hacemos sino en lo que transmitimos a nuestros futuros egresados que luego estarán en las administraciones y empresas. Las universidades podemos liderar cosas puertas hacia fuera y, en nuestro caso, Valencia pretende ser una ciudad neutra en emisiones en pocas décadas, motivo por el cual nos hemos alineado con ello desde nuestro campus mediante la reducción de residuos y plásticos, la disminución del consumo eléctrico, la promoción del transporte público desde y hacia el campus, el consumo de energía renovable y la movilidad sostenible de las 32.000 personas que conforman nuestra comunidad universitaria”.José E. Capilla Romá, rector de la Universitat Politècnica de València.

Desde la Universidad de Burgos se defendió una mirada interconectada de los objetivos, los cuales están entreverados y, para su cumplimiento, necesitan promoverse todos juntos. Sin embargo, según Luis Marcos (director de la Oficina Verde de UBU) “es cierto que hay algunos objetivos que ayudan a mover más el tren, como es el 3 (acción por el clima) ya que debemos solidarizarnos con quienes habitarán el planeta en algunos años, el 4 (educación de calidad) como misión básica ya que la universidad lleva más de 800 años formando a los líderes sociales y económicos, el 17 (alianzas para lograr los objetivos) ya que el cambio no lo podemos hacer solo las universidades y el 11 (ciudades y comunidades sostenibles) porque nuestros campus no pueden ser sostenibles en ciudades que no lo sean o territorios que estén desvinculados de estos asuntos”.

“Todos somos y queremos ser optimistas aunque la realidad nos castiga con unos baños de realismo. Estamos viviendo tiempos inciertos que ponen en cuestión planes, proyectos y estrategias. El planeta nos está intentando decir que la humildad puede ser también un buen recurso para enfrentar un futuro que tendrá que ser mucho menos consumista y más humano, más dialogante con el planeta”.Luis Marcos, director de la Oficina Verde de la Universidad de Burgos.

Juan Manuel Rosas también desglosó los ODS con los que está comprometida la Universidad de Jaén, partiendo de igual manera de una visión colectiva de los 17 en su conjunto aunque con un enfoque aún más pronunciado en el 7 (energía asequible y no contaminante) y en el 15 (vida de ecosistemas terrestres)

“Nuestra misión es formar generaciones social y medioambientalmente comprometidas, que puedan ser llamadas a liderar el mundo. Intento ser optimista, no por la magnitud de los ODS ya que sería un milagro lograrlos para el 2030, sino porque soy consciente de que la sostenibilidad está en los temas de agenda y en las decisiones de las organizaciones. Para resolver un problema, el primer paso es reconocer que existe y nuestra generación se enfrenta a este gran reto que nos toca asumir, estando todos en la senda para lograrlo”.Juan Manuel Rosas Santos, vicerrector de Estrategia y Gestión del Cambio de la Universidad de Jaén.

A modo de conclusión, la directora de Desarrollo Sostenible y Equidad de Agbar reconoció que los retos que marca la Agenda 2030 son “inspiracionales y motivacionales” y que en 10 años no será posible la consecución de los 17 ODS en términos tangibles o concretos, aunque bien es cierto que “el planeta nos da lecciones para que no seamos tan negacionistas con el cambio climático. Necesitamos una visión verde y palancas de biodiversidad para convertir las instalaciones en espacios y ecosistemas sanos. La ciudad debe mirarse desde un enfoque smart, inteligente y holístico, en reconciliación entre el entorno y las personas”, consideró Dulcinea Meijide.

En conformidad, Joseba Arano también brindó sus palabras finales con un tono optimista ya que el hecho de que la sostenibilidad sea un tema de agenda pública es “un motor de impulso para dar más velocidad y un empujón en el tema de políticas sostenibles”. Así lo aseguró el director de personas, calidad, gestión ética, responsable y excelente de Pascual: “En términos de conciencia y urgencia tanto ecológica como medioambiental, todos los grupos de interés están siendo cada vez más conscientes y están empujando. Nosotros lo estamos viendo en el consumidor ciudadano, en el regulador, y en la propia gente que trabaja en Pascual, la cual está preocupada por lo que la empresa hace respecto a estos temas. Tenemos que predicar con el ejemplo y a través de los hechos dejar una buena huella”.

Como cierre, el director de Responsabilidad Social Corporativa y Reputación de Iberdrola insistió en la necesidad de tener perspectiva histórica en términos de centurias y no solo de años o décadas, para tomar consciencia de que «vivimos en el mejor mundo que nunca ha habido, aunque esté lejos de ser el mejor mundo posible”. Según las palabras finales de Roberto Fernández, “hoy somos más conscientes de los problemas y sabemos del sentido de la urgencia, lo que hace que la sociedad se movilice para mejorar. La tecnología, la educación y la justicia moverán el mundo hacia adelante. Nunca será perfecto, pero puede ser el mejor mundo posible si todos trabajamos en esa dirección”.

* Melina Díaz, responsable de comunicación Fundación CYD.

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